Otra vez y de nuevo, en vano.
Ni la noche ni el ruido pueden ahuyentar mi fracaso esta vez. Dime porque me has abandonado en este cuchitril y ni siquiera encuentro las marcas de tu inmundo trasero en el sofá.
Voy a aprender a vivir sin tu socorro y nos olvidaremos de las casualidades, porque por fin he encontrado mi reino, el lugar donde ni los ácaros me cuestionarán.
Ella es la puta a la que puedo maltratar y dibujando rojas sonrisas sobre su piel la hago feliz. Todavía resiste dentro de mi a todas las hemorragias que el alcohol paró. Somos tan parecidas que pensé en llamarla esquizofrenia, pero no hay necesidad, no la conoceréis y cuando acabe con ella a nadie le preocupará como se llame. Será la victima que demandaba y no podrá llorar por todas desgracias de la realidad que creé para ella.
Nunca dejes que las lágrimas rebosen la máscara, nunca permitas que se sepa nuestro pequeño secreto.
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