Ante él, le excitaba hasta la idea de su propia desnudez y si no fuera por el sofocante silencio, se podría decir que suda amor.
Dibuja el paisaje más bello sobre mi espalda y contempla como construyo mundos para que no se evaporen los trazos de saliva. Encerrados en pompas de jabón, se desmoronarán al tocar tierra firme.
Pero no pienses que me creo que es su ruina lo que me impide oírte, las espirales de luz pueden esperar cuando abres la boca y tocar madera puede ser un gesto obsceno cuando el silencio nos traiciona.
Y es que, aunque el estadio esté vacío, sus ovaciones siguen rugiendo en mi cabeza y no quiero que ni las motas de polvo que levantamos al amarnos sean testigos de la verdad.
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