Es la absolución de los pecados, junta ese par de silabas las suficientes veces y tendrás tu billete al cielo en clase bussines.
No se necesita arrepentimiento para rellenar los datos personales y ni siquiera tienes que marcar la opción de enmienda para que te dejen facturar el equipaje. Evita explicar los motivos, no vaya a ser que los de arriba se mosqueen porque tus faltas no merecen tanto alboroto y te quedes sin ventanilla.
Cuidado con la letra pequeña que manda penitencia, doble para los reincidentes y negociable si consigues ahogar el corazón de la operadora a base de lágrimas. No te será difícil si juegas en terreno conocido y estrangulas la voz, zumos de naranja y silencio.
Pasado todo el faenoso papeleo puedes relajarte, olvidar y dormir abrazado a la indulgencia mientras leves ronquidos hacen ondear el salvoconducto sobre tu cabeza. No te molestará haber arrancado algo que quizás ni podían ni querían concederte, el vacio facultativo que tu exigente suplica deja en el interpelado, ni el borboteo de rabia consiguiente en los no cristianos.
Nada turba el descanso de los inocentes.
miércoles, 14 de julio de 2010
martes, 6 de julio de 2010
Little things
Ante él, le excitaba hasta la idea de su propia desnudez y si no fuera por el sofocante silencio, se podría decir que suda amor.
Dibuja el paisaje más bello sobre mi espalda y contempla como construyo mundos para que no se evaporen los trazos de saliva. Encerrados en pompas de jabón, se desmoronarán al tocar tierra firme.
Pero no pienses que me creo que es su ruina lo que me impide oírte, las espirales de luz pueden esperar cuando abres la boca y tocar madera puede ser un gesto obsceno cuando el silencio nos traiciona.
Y es que, aunque el estadio esté vacío, sus ovaciones siguen rugiendo en mi cabeza y no quiero que ni las motas de polvo que levantamos al amarnos sean testigos de la verdad.
Dibuja el paisaje más bello sobre mi espalda y contempla como construyo mundos para que no se evaporen los trazos de saliva. Encerrados en pompas de jabón, se desmoronarán al tocar tierra firme.
Pero no pienses que me creo que es su ruina lo que me impide oírte, las espirales de luz pueden esperar cuando abres la boca y tocar madera puede ser un gesto obsceno cuando el silencio nos traiciona.
Y es que, aunque el estadio esté vacío, sus ovaciones siguen rugiendo en mi cabeza y no quiero que ni las motas de polvo que levantamos al amarnos sean testigos de la verdad.
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