No hay respeto por los ilusos, incluso si son restos de un naufragio fallido. Piensa que esa perversa manía de las astillas por flotar no puede ser sana, si la succión no las sumerge, serán los supervivientes quienes les aparten del sol que infla sus nervaduras.
Dale la vuelta, que hasta 360 todavía nos quedan grados y no te importe la humedad, que en sus malditos sueños ya ha llovido. Y aunque sepa a salado vuelves a tener la cara contra la pared, si no te gusta puedes dejarte los morros contra el gotelé, que la sangre se disimula muy bien cuando ya huele a muerto.
Camina joder.
jueves, 2 de septiembre de 2010
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