Ya sabes, de esos días que sales dispuesto a comerte el mundo y acabas lamiendo lágrimas del envés de los adoquines, solo que los gusanos ya se han cansado de roer siempre los mismos huesos, fofos y aburridos, empiezan a hacerte ascos.
Su equivalente a escupirte en la cara, ahora que tienen el poder. Y aunque te yergas para mirarlos desde arriba, se las apañan para hacerte sentir impotente, ¿vosotros tampoco?, es demasiado difícil encontrar palabras hirientes cuando luchas por no llorar.
Pero ya no necesito contarte todas estas cosas, escapa de entre mis manos todo aquello que recibí de ti y aunque quisiera, no puedo mirarte a la cara, no necesito explicaciones porque ya no hay más misterios, el espejo se ha roto y trato de barrer mi lado. Déjame ser alguien, anónimo, imperfecto y vulnerable.
¿Recuerdas las pelusas? Deberías saber que he hecho bolitas con todas mis llamadas de socorro, las he aplastado entre el sudor que te dejaste olvidado en mi cama y esperan en el alfeizar un viento benigno, que haga que nunca más me entren ganas de apoyarme en ti.
No deberías saber que, como siempre, le he puesto tus ojos a mi fantasma y me desvelo intentándolo besar.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
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